miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sobre Mujeres Asesinas

Desde los títulos sugestivos —Cándida, esperanzada; Mónica, acorralada; Jessica, tóxica; Martha, asfixiante; Margarita, ponzoñosa; Ana, corrosiva; Sandra, trepadora; Sonia, desalmada; Claudia, cuchillera—, “Mujeres asesinas”, pese a ser versión a la mexicana, deja en claro que actrices de telenovela son más de lo que el rígido melodrama, productores y refritos les han permitido
Así se han mostrado ya en tv abierta actrices como Leticia Calderón, Natalia Esperón, Alejandra Barros, Irán Castillo y próximamente Nailea Norvind, por momentos irreconocibles bajo dirección de cineastas y con un libreto que les permite ahondar en la sicología de personajes extraídos de la vida real en esta producción de Pedro Torres, quien cuenta con el apoyo y experiencia de María Auxiliadora Barrios y Gabriela Torres en la producción ejecutiva, la coordinación literaria de Luis Felipe Ibarra, la música original de Luis Cárdenas y la edición de Arturo Sánchez.
Con todo y sus altibajos entre capítulos, Mujeres asesinas ha provocado un cambio, no sólo de formato, sino de perspectiva en series producidas en México que al tiempo darán dividendos en un mercado saturado de telenovelas hechas al vapor que ya no impactan como las de otros países en el extranjero.
De los mejores capítulos: Margarita, ponzoñosa, con Isela Vega; Ana, corrosiva, con Cecilia Suárez, y Emilia, cocinera, con María Rojo; el peorcito Cándida, esperanzada, con Lucía Méndez. Faltan los de Verónica Castro, Daniel Romo e Itati Cantoral.
Crueldad, frialdad, miseria, desesperación, tristeza, represión, maltrato, abuso, explotación. ¿Resultado? Mujeres asesinas.

Fuente: Rondero, Roberto. (Telévoro)
El Universal
Noviembre 12, 2008.

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